jueves, 7 de julio de 2011

3,640 kg

¡Ay! Nunca pensé que subir de peso fuera mi obsesión. Pero no en mí, no, en el nene. Y eso que, aunque se haya adelantado tres semanas, ha nacido bastante hecho (no hago más que pensar si hubiera nacido en su tiempo, cuánto hubiera pesado al nacer y cómo me hubiera puesto yo).

Guillermo nació con 2,935 kg y 47 cm de longitud, un futuro tiarrón que ya en las ecografías prometía ser un glotón de mucho cuidado. Hoy puedo confirmar que así es, come como una "lima sorda" y se pone tan nervioso cuando tiene hambre que hasta tiembla (¡a mí me entra un sentimiento!). Pero claro, tan pequeño y tan dormilón, me perdió mucho peso en los primeros tres días y el diagnóstico de la pediatra fue claro: "este niño tiene que remontar peso como sea: a darle de comer cada dos horas y despertarlo si hace falta". No sabéis lo complicado que es despertar a un bebé de días cuando está totalmente "estroncao", ya le podía echar agua en la cara, tocarle los pies (que por lo visto les molesta bastante), zarandearlo (con mucho cuidado, claro), que nada. Aún así, y tras dos semanas de no dormir nada, arrastrar las ojeras por el suelo, no salir del sillón del salón y saltarme la ducha algún que otro día, conseguimos que pusiera.

Y ya la semana pasada... ¡sobrepasó los 3 kilos! Y a darle de comer "a demanda", lo que para Guillermo quiere decir cada hora y media, jajaja. Hoy ya tiene 3,640 kg, ha subido algo más de medio kilo en una semana, yo me he relajado y veo la luz al final del túnel: me quedan 20 días para acabar la cuarentena y me han dicho que, en el día 41, es como si tuvieran un chip que se acciona automáticamente: duermen más y se apaciguan... ¿Será verdad? ¿Volveré a saber qué es dormir tres horas seguidas? Mmmm... delicioso... tres horas seguidas de sueño...

domingo, 26 de junio de 2011

Ya hay un Guillermo en mi vida

Sé que mis desapariciones han sido muy habituales últimamente, pero esta ha tenido una razón especial. De hecho, he entrado en un momentín para contaros la última noticia de mi vida... Guillermo ya llegó!! Fue hace diez días, el 16 de junio (fecha bonita, verdad?? jejeje).

Se ha adelantado tres semanas, pero ya es como si llevara conmigo toda la vida.

De momento, os dejo por un periodo un poco largo, no sabéis lo que me ha costado estar sentada delante del ordenador para escribir estas cuatro líneas, pero en cuanto pueda, espero retomar mis actividades normales... al menos, un poco!!

Chaoo!!

lunes, 6 de junio de 2011

Reflexiones

A pocas semanas de dar a la luz, pueden ser muchas cosas las que se te pasen por la cabeza, pero... ¿por qué se te pasan todas en el mismo momento? Es en ese instante de estrés, cuando un dolor más agudo, unas punzadas más fuertes, te hacen ver que la cosa está más cerca de lo que parece, que te hacen ver las orejas al lobo como quien dice.

Antes de eso, vives en una burbuja de sensaciones placenteras: sientes al nene moverse - ya con dificultad y algo dolorosamente para ti - y le riñes de forma cariñosa, "Ay, mi niño, qué me duele esa patadita que me has dado en el costado"; preparas con tranquilidad la bolsa de los dos, y a cada prenda de él que metes en su bolsa, la miras y sonríes, como si el body que acabas de guardar fuera el mismo nene.

Sin embargo, aún no estás preparada. Has tenido nueve meses casi para hacerlo, pero no lo estás, ni tú ni mucho menos, tu pareja. Y tienes muchas ganas de verlo, por descontado, pero aún quieres seguir sintiéndolo en la barriga un poquito más. Y, de repente, sin esperarlo, vuelves a pasar una noche mala, con lo que tú crees que son contracciones (¿qué si no han sido esos dolores?), y vuelves a verlo todo tan cerca, tan físico y tan real...

Queda poco, teóricamente cuatro semanas. ¡¡Cuatro semanas!! Mi barriga, ese ente que ya se ha convertido en algo independiente a mí, que hace y deshace a su antojo, tiene ya un volumen considerable y hace que yo tenga que andar inclinada para atrás y me sea imposible acercarme a la mesa a comer. La torpeza también se ha apoderado de mi vida: todo lo que es susceptible de caerse, se cae; y todo lo que no lo es, también lo hace.

Sigo esperando, viendo tele, series y leyendo revistas en la que el artículo estrella ya no es el look del verano, sino "Las bañeritas estrella para tu bebé", ¿tanto he cambiado?

martes, 31 de mayo de 2011

Seis semanas

Podría decir que mis entradas se han perdido en el misterioso universo de la blogosfera; que mis palabras han sido raptadas por un pirata informático; o incluso que mi ordenador se ha puesto en huelga y no he podido hacerlo trabajar... Pero entonces mentiría. Casi un mes después de publicar mi último post, con problemas de blogger de por medio y borrado de comentarios y demás, me he reinventado y vuelvo a las andadas.

Ya me lo planteé cuando comencé este nuevo blog, "no me lo iba a tomar como una obligación". Ya lo hice con el primero y, al final, no salió del todo bien. Así que ahora, con tiempo, tranquilidad y ganas, os dejo otra gotera de mi casa.


Me quedan seis semanas para ser mamá. No sé por qué decir "seis semanas" se me antoja más impactante que decir "mes y medio", desde luego, el cuerpo me reacciona de otra forma. Ya noto que cada día no es un día más... es un día menos y no sé si sentir miedo, ansia, ilusión o... ¿qué?

En las clases preparto nos explicaron todo el proceso del parto con pelos y señales y volví a casa casi desencajada: no era el relato de una amiga, no, era lo que me iba a pasar a mí. Gracias a Dios que no mostraron el famoso vídeo de un parto, si hubiera sido así, hubiera salido corriendo sin volver la vista atrás. Creo que no es necesario ver esas imágenes para ser consciente de la que se avecina, en serio, ¿qué pensáis vosotros?

Pero de eso hace un par de semanas, el cuerpo se acostumbra a vivir con esas expectativas y, o soy muy zen, o mi cabeza ha decidido darse un descanso y preocuparse por los problemas cuando estén encima. Disfrutaré de estas escasas seis semanas, aunque el calor se haya convertido en un duro contrincante (tengo mis armas, el aire acondicionado); y el paseo diario haya pasado de ser una costumbre a una obligación a veces tediosa (pero quien algo quiere, algo le cuesta).

Con dolores de "encaje", bajadas de tensión, pero sin los pies hinchados os invito a esta recta final de mi embarazo. Con lo cagona que soy, solo espero que salga bien todo, que al final de la recta os pueda escribir un post contándoos lo maravilloso de ser madre, y que luego tarde muchísimo en retomar mi blog porque... mi nene estará conmigo y me necesitará a todas horas del día.

Chaoo!!

miércoles, 11 de mayo de 2011

Curiosidades diarias

¿Por qué dejamos la casa en un punto la noche antes de que venga la mujer que tienes contratada para que te deje la casa en un punto?

Yo, desde luego, lo hago: saco la basura; no dejo un plato en el fregadero -cuando he tenido los platos de dos cenas acumulados hasta esa noche-; recojo los bolsos y los pañuelos que han estado adornando la mesa del salón durante toda la semana; cuelgo las rebecas que han estado apoyadas en las sillas por días... Vamos, que dejo recogidita.

Lo he hablado con más gente y no soy la única que lo hace. Quizás es que en casa de mis padres nunca hemos tenido a una mujer contratada para estos menesteres y todavía tengo la sensación de que si viene alguien de fuera, lo mejor es dejar tu casa lista.

No lo sé, en cualquier caso... ¿es curioso o no?

Chaoo!!

lunes, 2 de mayo de 2011

No hemos cambiado tanto

Qué verdad que es que las modas siempre vuelven; la ropa de ayer vuelve a estar en el candelero cincuenta años más tarde; las radios cuanto más retro, más modernas son; los relojes de pulsera clásicos golpean fuerte y así, miles de detalles más en la vida diaria que, con solo pararnos a pensar un poco, son el ejemplo perfecto de esta máxima... ¡¡Si hasta vuelve el papel pintado!!

Lo que sí es un contraste bastante chocante y que te hace sonreír un poco es lo siguiente: esta mañana, en mi paseo diario para hacer que la barriga no sea lo único que se distinga de mí en unas semanas, he visto en un intervalo de diez minutos a una persona mayor - de unos sesenta o setenta años, con esas edades no sé ser concreta - con su transistor y a un chico de unos catorce o quince años - tampoco sé ser concreta con esas edades -, con su móvil de última generación escuchando música (sin auriculares quiero decir).

En definitiva, da igual que uno estuviera escuchando Radio Olé y el otro, la última canción de un grupo pop cualquiera que esté de moda hoy en día porque, en realidad, no hemos cambiado tanto.

Chaoo!!

jueves, 14 de abril de 2011

Retazos

No voy a mentir, este post se me ha ocurrido pensando en escribir una pequeña lista de cosas, conceptos, música, etc. que están ahora en auge, para cuando mi nene sea mayor, sepa qué lo rodeaba cuando nació.

De repente, pensé en qué habría alrededor mía cuando yo nací, pero como no dejo de ser una perezosa, antes de meter en Google el año de mi nacimiento y ver un poco que se cocía, se me fue la cabeza hacia otro tema, ¿qué retazos guardamos en nuestra mente a lo largo de la vida?

Todas las experiencias tienen algo. A veces hay la suerte de que una fotografía encierra el momento. Yo, por ejemplo, tengo una fotografía del día en que nos conocimos el señor M. y yo. Y ese día no pasó nada entre nosotros. Nos hace gracia porque estamos sentados juntos - junto a otras personas - y ahora sé que lo suyo sí fue intencionado. Pero, si no hubiera tenido ese momento inmortalizado, ¿habría algo que me lo recordaría? Algo intangible como una canción; algo físico como la camiseta que llevaba puesta ese día.

En fin, de mi paso de la infancia a la adolescencia, tengo como banda sonora a OBK. Cada vez que me acuerdo, me echo a reír, pero nos intercambiábamos la letra de las canciones entre las amigas.

De una noche en la feria que fue muy especial - y de la que llegué muy tarde a casa -, guardé el bonobús de vuelta, con el registro subrayado.

El otro día, haciendo limpieza de bolsos, descubrí que aún guardo el bolso que usaba con 16 o 17 años cuando iba a la discoteca. Un bolsito negro, pequeño y de bandolera. De mis primeras adquisiciones en Mango. Qué podía hacer, volvió al fondo del armario para que me dé otra sorpresa más adelante, de momento se salvó de la quema.

Y así podría seguir y seguir. De hecho, el armario que fue mío en casa de mi madre tiene hasta los cromos con los que jugaba de pequeña en la calle. Lo que es una muestra del aluvión de retazos físicos de varios momentos de mi vida y que muchas veces han estado en peligro. Sobre todo al principio de estar casada, cuando mi madre me insistía una y otra vez para que le desalojara el armario. Ahora se le ha pasado el tema - y llevo ya tres años y medio casada -, pero sé que pronto volverá al candelero porque quiere renovar ese que fue mi armario. ¿Qué voy a hacer?

Chaoo!!

domingo, 10 de abril de 2011

Un post, un libro.

Datos del libro

Título: "El secreto del calígrafo".
Autor: Rafik Schami.
Editorial: Salamandra.

El no tener tiempo ni para rascarte la nariz, hace que tu presencia esté más perdida que el barco del arroz. Tantas cosas que hacer dispersa la mente e, inconscientemente, te centras en algo y dejas de lado otras cosas.

No os asustéis, no me he vuelto filosófica, pero tenía ganas de experimentar algo con los dichos populares y este ha sido mi primer intento. Muy bien traídos, porque llevo dos semanas desaparecida, pero algo torpes. Seguiré experimentando - tonterías que le dan a una, qué se le va a hacer, en ocasiones es duro vivir con una misma -.

Bueno, el título del post deja claras un par de cosas: que he dejado otras tareas - como el blog, bloguear, escribir, etc. - por leer; y que leer es la razón que me ha mantenido alejada de todo. Ya me daba penia ver día tras día el mismo libro sobre la barra de la cocina, cogiéndolo en el momento del desayuno y avanzando un par de tristes páginas cada día.

Pues el título que os traigo hoy es "El secreto del calígrafo", de Rafik Schami. Para mí, este autor fue un descubrimiento con el voluminoso libro "El lado oscuro del amor", que ya recomendé en mi anterior blog ("Día arriba, día abajo"). Aquí vuelve a traer un lienzo completo de la vida damascena de los años 50. Vida social, política y cultural, muy bien mezcladas y sin profundidades peligrosas (peligrosas en el sentido de farragosas y aburridas).

Vuelve a "contar" historias. No explica, sino que, a través de anécdotas y pequeñas historias, tu imaginación viaja a las calles de Damasco, sus colores, sus comercios, sus callejones y sus gentes. Nada es superfluo en este libro, todas esas pequeñas historias son necesarias porque son como piezas de un mosaico que, unidas, conforman un estupendo fresco de la realidad de esa ciudad. Una ciudad donde se mezclan religiones, costumbres, gentes de todo tipo, tan diferentes a nosotros.

Recomiendo el título, cómo no hacerlo; sin embargo, no ha sido tan satisfactorio como "El lado oscuro del amor". En el transcurso de la novela, olvidamos que el verdadero protagonista es el calígrafo y no su esposa, pero quien nos va a importar será ella y echaremos de menos más sobre su vida. Ya veréis en qué sentido si es que leéis el libro, no quiero adelantar acontecimientos, solo diré que el libro comienza con la huída de esta mujer...

Ahora intentaré ponerme al día con vuestros blogs, tengo muchas ganas de ver las nuevas propuestas de títulos que seguro que habéis publicado; y las nuevas ocurrencias de los blogs que no van sobre libros... ¡tengo ganas de estar otra vez dentro! Aunque ya he empezado las primeras páginas de un nuevo libro, "La cena". Lo descubrí hace meses, pero ha sido sobre todo el post de Bookworm (de "Bitácora de mis lecturas") el que me animó a comprarlo finalmente. Lo que he leído me ha gustado y me ha abierto mucho el apetito. Ya os contaré.

Chaoo!!

sábado, 2 de abril de 2011

Abril

Abril tiene bonito hasta el nombre.

Es un mes en el que ya ha entrado la primavera, en el que ya se ha cambiado la hora (y en esta ocasión, ya nos hemos acostumbrado a ese robo de tiempo tan alarmante), en el que los días son ya muy largos, en los que los paseos se multiplican. Un mes en el que da gusto abrir las cortinas y que la claridad entre hasta el corral( yo no tengo corral, claro, tengo un piso y eso lo tienen las casas de pueblo, pero ¡qué expresión tan estupenda!).

Aquí en el sur ha entrado abril como un pequeño anticipo del verano. Para colmo, las oficinas y edificios inteligentes - esos que en invierno nos hacían la cabra y nos provocaban resfriados crónicos - parece que han sido cogidos por sorpresa. Ayer nos daban una explicación un tanto pecualiar para no poner el aire acondicionado: es que aún echa aire caliente porque tienen que cambiar las tuberías del agua caliente por las del agua fría. Mientras, todos lo que estábamos allí veíamos como nuestro cuerpo se deshidrataba a ritmo de tecleo, cómo el desodorante que prometía 24 horas de frescor nos había hecho una broma de mal gusto esa mañana y cómo la sola visión de la rebeca que nos habíamos colocado a las siete de la madrugada (jejeje, siete de la madrugada), nos provocaba urticaria, solo con eso, con mirarla. Y por cierto, los sitios en sombra para aparcar el coche por las mañanas escasean.

Pero es abril y ahora a las nueve de la noche es de día. Es abril y nos volcamos en masa a las terrazas de los bares y cafeterías. Es abril y huele ya a jazmín y a dama de noche (no mucho, ciertamente, pero con cerrar los ojos y autosugestionarme, soy capaz de hacerlo). Es abril y comenzamos a dejar las capas de ropa oscura del invierno para ponernos escasas capas de colores (qué estupenda moda multicolor ha venido este año, ¿eh?).

A pesar de que mañana dice que se estropea el tiempo, no dejemos de disfrutar el día de hoy, que promete sol, calor y tapeo.

¡Feliz Abril!

domingo, 27 de marzo de 2011

Domingo, un descubrimiento, una recomendación y un mensaje

Bueno, la semana ha sido dura, dura, dura. La cuesta comenzó a empinarse desde el lunes y no paró de subir hasta el viernes. Para entonces mis tobillos parecían botas, mi cabeza iba a estallar y el sueño se apoderaba de todos mis actos conscientes de un modo un tanto peligroso. (Menos mal que Prudencia estaba sentada junto a mí en el coche, no está mal llevarla de copiloto).

¿Cuál es el descubrimiento? En esta ocasión no se trata de nada relativo a los bebés ni a síntomas del embarazo desconocidos para mí ni nada de eso. En este apartado del post, digamos que vuelvo a ser una persona, no una incoherencia matemática. Es una cantante a la que tengo de fondo tocando ahora mismo, mientras escribo esta entrada y mientras blogueo poniéndome al día en el gran número de entradas que me había perdido. Es Adele. Yo nunca he entendido mucho de música, me guío por si me gusta una canción o no. No sé de estilos ni de modas ni de nada. Si me gusta, me gusta; si no, no. Por ejemplo, no entiendo el fenómeno Lady Gaga; y tampoco entiendo que no haya descubierto a esta cantante antes. Por cierto, he leído que es soul. ¿Seré ten chic que me gusta el soul? Jejejejej...

¿Recomendación? Entrad en YouTube y escucharos la selección de canciones que hay colgadas. Sobre todo de directos, claro.

¿El mensaje? ¿Esperabais que una embarazada no hablara de su estado? Ni lo soñéis, es inevitable. Aunque durante un momento mi yo de siempre se haya asomado a la terraza, la gorda en la que me estoy convirtiendo lo ocupa todo de modo tan rotundo que... le digo a mi nene: "Eres al único al que permito que me patee la vejiga".

Chaoo!!

domingo, 13 de marzo de 2011

Las premamás no tenemos derecho a moda

Siendo domingo por la tarde y mañana reincorporándome al trabajo tras ocho días de vacaciones, ¡podría escribir de tantas cosas! Pero prefiero ocultar mi frustración y mis sensaciones extrañas para mejor momento y aquí traigo una reflexión a la que he llegado en los últimos meses. Tenía el post preparado, espero que os guste y, si estáis en la misma situación que yo, os sirva de algo.

Esto es algo a lo que he llegado en conclusión después de varios paseos con la cartera llena (es una forma de hablar), las intenciones positivas y el resultado: manos vacías.

Podría hacer un análisis profundo de la moda premamá del momento en las tiendas de uso común de la mayoría de las mortales: Zara, Mango, Massimo Dutti, etc. Pero no lo voy a hacer, voy a dar unas cuantas pinceladas de lo que me he encontrado en estas últimas semanas.

Zara no ofrece nada interesante. Ha introducido algunos pantalones vaqueros premamá cuya calidad deja que desear al lado de otros pantalones - sobre todo en el material del que está hecho el canguro (esa tira ancha que abraza tu barriga protuberante y de cuyo nombre me he enterado hace poco) -. A parte de eso... quizás traen algunas blusas sosas, alguna camiseta sin ningún tipo de pretensión y todo eso en un "corner" (es que he decidido escribir con propiedad, jejeje) que no tiene más de veinte centímetros cuadrados. No sé si es que piensan que como ahora la moda no es ceñida, que abundan los blusones, pueden ahorrarse un esfuerzo en esa otra línea. Pero ya les digo yo que no. No tiene nada que ver la ropa hecha exprofeso para embarazadas que las que te pones porque son anchas, estas últimas hacen un efecto "mesa camilla" nada favorecedor.

Massimo Dutti, simplemente no lo contemplan. No hay nada. Puedes aprovecharte de su gran abanico de blusones con los que te agasajan cada principio de temporada, pero como ya dije antes, no convencen por completo.

Mango, cero patatero. Ya entraba poco por diferentes razones ajenas al post, pero ahora entro menos.

Blanco, Bershka, Stradivarius... Por supuesto, todas estas tiendas han quedado fuera de mi radio de acción por el tema de la edad hace ya mucho tiempo. Me siento como cuando mi madre me acompañaba a comprarme ropa de adolescentes: pienso que lo único que le falta a cada una de las tiendas es una barra americana y un podium para gogós. Aunque en los últimos tiempos he pensado que no les vendrían mal hacer una línea premamá para sus clientas, ya que su público objetivo es un nicho de mercado premamá bastante poco explorado. (Aunque supongo que quedaría políticamente incorrecto).

Y ahora, saltándome más tiendas en la que los resultados fueron simplemente nulos, me voy a las estrellas:

H&M. Gran hallazgo. El corner de premamá es pequeño, pero suficiente. Todo tipo de pantalones: vaqueros, que por cierto tienen calidad y quedan estupendamente; con lycra y pitillos, perfectos, yo misma tengo unos en grises y son de los que más me gustan; pantalones de verano, tipo cacería; mallas... etc. En el ámbito de los blusones, volvemos a los mismos blusones sosos, pero también a camisetas con prints muy chulos y con un corte premamá, ya me he hecho con tres; camisetas básicas blancas, negras y grises, de tirantas o de manga corta, imprescindibles... Los precios, asequibles. Chicas premamás del mundo: OS ACONSEJO H&M PARA VUESTRAS COMPRAS PREMAMÁ. Lástima que no en todos los establecimientos tengan esta línea.

Benetton. Buenas oportunidades en rebajas.

Mit Mat Mamá. Esta tienda es especializada en premamás y está muy bien si tienes la cartera llena (pero de verdad, no como la llevaba yo al principio del post). De aqui tengo un peto original adquirido en rebajas. Nada más. Los vaqueros, chulísimos, pero de unos setenta euros, para mí, nada asequibles. Pero déjate mimar, no suele haber mucha gente y la chica te lo pone todo a tu disposición, te pruebas muchas cosas y sí, puedes acabar pincando algo. (Y sus escaparates te dejan con ganas de más).

El Corte Inglés. Bueno, ya no es lo que era, para bien. Quiero decir, antes "El Corte Inglés" era sinónimo de "¡Carooooo!", pero ahora puede ser un lugar más por el que ir sin ningún tipo de pudor. De forma normal, Fórmula Joven, Sfera, etc. te dan soluciones muy satisfactorias. Pero como no estamos en una situación "normal" (menos mal, porque estar embarazada es maravilloso, pero para lo que dura, no para más), pues voy a lo que voy. Que tenga yo entendido, "Alia" es su marca de premamá, al menos es la única que he visto. Lo malo de todo esto, es que cogí lo restos de rebajas y no había mucha variedad. La línea tampoco es muy extensa, pero en el catálogo de la Semana Fantástica he visto una camiseta naranja chulísima.

C&A. A pesar de que tienen una sección muy bien nutrida, no me gustó nada de lo que había. Qué le vamos a hacer, no es mi estilo. Aún así aconsejo dar una vueltecilla.

Prénatal. Igual que C&A. Tenían bastantes cosas, pero ni me terminó de convencer ni los precios eran los más adecuados.

Bueno, aquí han ido algunas pinceladas. La conclusión, la misma con la que comenzaba el post: las mujeres premamás estamos discriminadas. Es comprensible que no haya lo mismo en cantidad y calidad como lo hay de moda normal, pero un poquito de por favor, que somos mujeres y quizás nosotras necesitemos más que ninguna otra persona sentirnos más guapas.

Un apunte: para un vaquero, piérdele el cariño a un mínimo de 40 euros. Puede dar coraje, sobre todo porque no lo usarás de forma indefinida, sino solo por unos meses, pero es un aro por el que todas tenemos que pasar.

En otro post hablaré de la ropa interior, la gran olvidada.

Chaoo!!

PD: Y no te dejes llevar por los comentarios tipo: "No te compres mucho, para lo que dura", "Con dos pantalones, tienes de sobra". La gran señora M. fue una experta en estos comentarios, pero admitámoslo, ¿quién quiere ir retratada? No me voy a hacer con un armario completo de premamá, pero...

PPD: Aquí dejo unas muestras de mi pequeño armario premamá, faltan algunas cosillas (dos vaqueros, una camiseta y poco más).



sábado, 12 de marzo de 2011

¡Dame una de vacaciones!

Qué estupenda sensación es la de estar de vacaciones.

Casi casi me quedo con la sensación de ese último día de trabajo, ese último madrugón, esas ocho horas laborales en las que tu cuerpo está ya con la bandera bajada y haciendo fiesta por su cuenta. Todo te da lo mismo, miras a los demás con una sonrisa de oreja a oreja, piensas en la siesta que te vas a pegar porque mañana no hay que levantarse temprano... Es un lujo que, por ejemplo, los muy ricos que no tienen que trabajar a las ocho de la mañana, no tienen. No todo lo iban a tener, ¿no?

Pues así estoy yo desde ayer. Tanto es así que mi vida ayer se desarrolló como si fuera un sábado, y hoy... ¡¡Queda tanto para la reincorporación!! (En mi cabeza es mucho, pero en realidad es una semanita, ¡pero qué semanita!).

Podría hacerme la interesante y decir que en mi estado de incoherencia matemática, necesitaba estas vacaciones más que nadie, pero nooooo, da igual. Las hubiera agradecido igual siendo una, estando menos cansada, no teniendo pérdidas ni ahogos.

¡Ay! ¿No es mágica la palabra "vacaciones"?

Chaoo!!

PD: no quiero ni pensar qué pensaré cuando lea este post la tarde antes de incorporarme. Por si acaso, lo he organizado todo para que se autodestruya en un plazo de siete días,jejeje.

domingo, 6 de marzo de 2011

De pérdidas, retenciones y aumentos.

Me encuentro en el trimestre idílico del embarazo. Dejé atrás los primeros tres meses de incomodidades, dolores de regla y sueño, aunque esto último se ha hecho crónico no llega a los niveles anteriores.

Sin embargo, hay ciertos síntomas que hacen que plante los pies en el suelo y no me vaya por las nubes:

- Pérdidas. Las terribles pérdidas. ¿A cuántas de nosotras no le ha pasado alguna vez de forma normal en su vida diaria? A mí me ha pasado, seguro, pero de forma excepcional y siempre por mi culpa: ¿por qué teniendo un baño en el bar donde te estás tomando unas tapas decides esperar a llegar a casa? Nunca lo entenderé, pero me ha pasado muchas veces. Y sigues bebiendo tu Nestea (que sí, es té, te llena la vejiga más rápidamene); y sigues con las piernas cruzadas porque estás más cómoda a pesar de estar más constreñida; y mientras vas saliendo del bar hacia el coche estás pensando: "Estás perdiendo tu oportunidad". Vuelves corriendo y ya hay una cola de tres o cuatro chicas... "¡Venga, me voy que seguro que llego!". Llegar, llegas, por supuesto, pero ya se te ha escapado un pelín.

Ahora no. Ahora aprovechas cualquier momento para ir al baño, diría que aunque no tuviera ganas, pero nunca es así: siempre tienes ganas. Aún así, una tos o una carcajada más fuerte que otra te hace tener una pequeña pérdida. ¡Dios! Si entro en el baño una media de cien veces al día, ¿por qué? Menos mal que son tan pequeñas que no son perceptibles ni nada, solo yo me doy cuenta. Pero vislumbro a Tena Lady más cerca de lo que me gustaría.

- Retenciones. No me di cuenta de lo que realmente signficaba esta palabra hasta hace un par de semanas. Llegaba a casa un sábado por la noche después de una jornada intensa de trabajo (sí, sigo teniendo turnos de fin de semana) y tras un paseo igual de intenso por Ikea en busca de modelos de cómodas para la nueva habitación. Lo único que me daba alegría al rostro era un pantalón premamá chulísimo y un pañuelo más chulo aún que me compré en H&M. A parte de eso, mi agotamiento era más que evidente. Cuando me quité los calcetines, observé un fenómeno que despertó todos mis sentidos: los huesos de mis tobillos habían desaparecido.

Lanzo una pregunta: ¿por qué si voy mil veces al baño, se retienen líquidos durante el embarazo?

- Aumentos. Mi talla de sujetador ha subido, por ahora, una talla. Mi pequeña y coqueta talla 90 ha sido superada hasta llegar a una insospechada, para mí y para mi cuerpo, talla 95. Lo más bueno es que las envuelvo en un sujetador premamá: sin aros y sin foam (sin relleno, pero qué bien suena escribirlo como te viene en las cajitas de Woman Secret, ¿eh?). ¿Resultado? Son cómodos, pero al no tener rellenito, la forma es extraña (estoy acostumbrada a la forma aritificial y redondeada de mis sujetadores con foam). Esto también trae otra consecuencia: como haga algo de frío, los pezones se me señalan, algo que siempre me ha dado mucho coraje y mucha vergüenza. Al no tener aros, con el paso de las horas, no se mantiene del todo fijo. Es decir, son cómodos e incómodos a la vez.

Así que aquí estoy, con los pies en el suelo, aunque no dudéis que estoy disfrutando mogollón del estado. Digamos que estos elementos que parecieran de un producto bancario (pérdidas, retenciones y aumentos) no restan nada, o casi nada, a la sensación maravillosa de sentir cómo se mueve, de soñar como será y de ilusionarte con cada paso que das para darle la bienvenida. (Esto último me ha quedado ñoño, pero qué le vamos a hacer, esa es otra de las consecuencias del segundo trimestre de embarazo, la ñoñez).

Chaoo!!

martes, 1 de marzo de 2011

Un libro, un post

En mi anterior blog ya titulé así una entrada sobre la lectura de un libro, me gustó la combinación y hoy la vuelvo a utilizar.

El título del que voy a hablar hoy es "El puente invisible", un estupendo hallazgo que vino en forma de regalo de Navidad y que me ha dejado un sabor de boca más que agradable. Estaba anotado entre los mil papelitos que dejo por la mesa del escritorio en mis continuas búsquedas de títulos (mi lista de imprescindibles no es, ni mucho menos, una lista al uso, no. Mi lista de imprescindibles es una suerte de pequeñas anotaciones en poss-it, papelitos pequeños y hojas de cuaderno que se van amontonando por donde quiera que voy, desde el bolso hasta la mesa del despacho). Bien, el señor M. indagó entre esas anotaciones y no pudo elegir mejor.

No quiero hacer una descripción completa ni tampoco hablar mucho sobre el argumento porque no quiero desvelar absolutamente nada. ¿Por qué? Bueno, lo de no desvelar nada es pura consideración, pero siempre se agradece que te digan de qué va, al menos. Pero yo me enfrenté a este libro sin tener ni idea de lo que me esperaba al final (o a la mitad) y me quedé impresionada. Sin tiempo para leer, le hincaba el diente junto a la tostada de la mañana, diez o quince minutos de escasa lectura diaria. Hasta que un día me dio por cogerlo a deshora un fin de semana, llevaba menos de la mitad del libro, y en tres días me lo terminé.

Entro de lleno en él. Una historia de amor bonita y no muy al uso es la encargada de poner hilo argumental a toda la obra. Aunque esta es la protagonista, otros hilos argumentales se cruzan en el principal, por ejemplo, la de las familias de los protagonistas, sobre todo de él, Andras Levi; seguramente querremos un libro sobre la vida de su hermano Tibor, ¡seguro! O sobre la hija de ella. Un cuadro de secundarios completos, con voz propia y muy sólidos y de los que no se puede prescindir en absoluto. Nada sobra en esta novela, todo tiene un porqué y, aunque al principio nos preguntemos qué puede significar algo, seguro que más adelante vemos esa explicación.

La evolución de los personajes es gradual y coherente. Todo tan diferente al final, y sin embargo, tan lógico. No os desvelo nada si digo que la época en que se desarrolla la historia es en los años previos a la II Guerra Mundial, así que para mí tenía el éxito casi asegurado. Nada hace presagiar qué es lo que pasará después. Y hasta aquí puedo leer.

Quizás haya sido un post más de sensaciones que de descripciones concretas, pero es que quería mantener la sensación con la que leí el libro, no sabía en lo que me metía y así la sorpresa fue mayor. La sorpresa para bien.

Espero que os guste, es un libro voluminoso, pero en cuanto te engancha, se hace pequeño. Ya me iréis contando si dais el paso de leerlo.

Datos.
Título: "El puente invisible"
Autora: Julie Orringer.
Editoria: Lumen.
Precio: 21.90 euros.

jueves, 24 de febrero de 2011

El comienzo de una historia

Llevo unos días pensando el tema sobre el qué escribir. Ya tenia pensado desempolvar algunas cosillas que he escrito al principio de mi "incoherencia matemática", y creo que este puede ser un buen momento. Me hace gracia recuperar esto porque ahora mismo las sensaciones son tan diferentes que diría que no tienen nada que ver. Allá va...

Escrito el 14 de diciembre de 2010

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Estar embarazada dista mucho de lo que ves en la tele, en las películas y en las series.

No es un estado idílico en el que la mujer se siente más mujer y en el que te pasas los días pensando en tu futuro. Al menos cuando solo llevas tres meses embarazada.

De momento a mí me ha traído mucha ilusión, eso es cierto. Sin embargo, me ha traído una percepción de lo físico a unos niveles insospechados. Ya me lo dijo una ginecóloga: "Si no quieres molestias, no te quedes embarazada".

Y es que todo empezó con dolores y ahora continúan esos dolores. Si una vez pensé medio en broma medio en serio, que quedarse embarazada serían nueve meses libre de regla, la realidad es que, afortunadamente no sangro, pero el dolor es continuo (con diferentes picos de intensidad y la mayor parte del tiempo tolerables, para que las mentes más aprensivas no den un paso atrás).

El dolor de barriga - principal protagonista de la primera parte de este periplo - junto a unas sensaciones internas extrañas; unido todo unos gases insoportables (e incómodos según el lugar donde me encuentre); un estreñimiento galopante; una pérdida de curvas progrevisa (a pesar de que aún llevo mi ropa... ¿cuándo podré comprarme ropa premamá?); junto a un aumento exponencial de la talla del sujetador (el dolor de tetas también es significativo); junto al sueño (gracias a que ha ido disminuyendo, pero podría pasar horas tumbada y durmiendo).

En fin, todas esas cosas han hecho que, en mis tres primeros meses de embarazo, esté más cerca de lo físico que lo idílico.

¡Pero estoy más guapa! Me lo dice todo el mundo... ¿será niño? Suelen decir eso. Me da lo mismo, "con tal de que venga sano y bien" (es la frase más manida, pero más real de todas cuantas he escuchado).

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Bueno, ni que decir tiene que las sensaciones han cambiado totalmente, el pecho me sigue doliendo y el aumento de talla ya es más que evidente. Los gases y el estreñimiento vienen y van, pero funciona el autocontrol, jajajaja. Y ya no me pongo mi ropa, uso "solo" dos vaqueros premamá, ¡¡que cuestan un pasón!! Y la faja "antisexy", bautizada así por la pequeña señorita M. (mi hermana) y que la gran señora M. (mi madre) me insistió en que me comprara y me pusiera, "para que la barriga no se despendolara".

¡Ah! Por cierto, no sé si lo dije, pero ¡es niño!

domingo, 20 de febrero de 2011

Un día maravilloso

Hace unos días hablaba sobre el paso del tiempo y el estrés que éste puede causarme. El señor M. leyó el post, me miró y me dijo: "¿De verdad que te sientes así?".

Ahora mismo estoy viendo un reportaje de "Informe Semanal" - en redifusión - de una comarca española - el Albarracín - donde la gente vive de media... ¡más de noventa años! Y con unas condiciones de vida muy aceptables.

Son pueblos perdidos en la sierra, con una imagen nevada y de aislamiento bastante idílica, pero... ¿podría yo aguantar eso? Son gente que vive rodeada de sus animales, que alimenta sus huertos, que aún pone las estufas de cisco... Y yo, que si entra un pájaro en casa, me encierro en una habitación hasta que alguien lo echa; o que se me mueren hasta los potos (las plantas que mejor aguantan la falta de agua, exceptuando los cactus...); quizás no se trataría tanto de si yo aguantaría en un lugar así de alejado y aislado, quizás se trataría de ¿yo sobreviviría en un lugar así?

En cualquier caso, me he ido por las ramas, porque el título del post iba por otro lado, "Un día maravilloso", y he vuelto a vivir en la divagación, ese mal que me aqueja desde siempre (no es la primera vez que me dicen "al grano", algo que le repito muchas veces a la gra señora M., ¿quiere decir eso que cuanto más mayor me hago, más me parezco a ella? La respuesta es sí. Antes me disgustaría este aspecto, ahora lo acepto e interiormente me regocijo - ¿vuelta a la divagación? Sí. Venga, al grano).

Hoy es un día maravilloso, el sol se desparrama; entraba por los agujeritos de la persiana antes de levantarnos augurando un paseo y un tapeo a medio día; augurando tender por fin al aire libre y conversación con el señor M. delante de una cerveza y unas aceitunas en la calle (yo, un Nestea).

¿Qué tiene que ver todo esto? ¡Ay, que casi pierdo el hilo argumental! Pues que hoy voy a vivir el día, hoy no voy a pensar en el ayer (un día en el que casi me caigo resbalando con el suelo mojado); ni tampoco en el mañana (que es lunes y hay que volver a trabajar).

Chao y buen domingo luminoso (para los que lo tenemos claro).

jueves, 17 de febrero de 2011

Los días DULCE

¡Ay! Creo que voy a comenzar a ver a la matrona como a la bruja mala. Sé que todo lo que dice lo dice por mi bien; todo lo que hace, lo hace por mi bien, pero... ¿pero por qué tengo que guardar tanto las formas con las comidas? Si no he engordado tanto... A ver, me pongo en situación: segunda cita con la matrona (sí, en la seguridad social te ven durante el embarazo tantas veces que cuentas con los dedos de una mano y te sobran); peso: 67 kg. (Peso inicial: 64 kg); semanas: 19. (Nota importante: entre medias han estado las Navidades, algo que podría haber causado estragos, pero... que no lo ha hecho).

Conversación:

-Bueno, y del peso, ¿qué piensa? (Feliz, contenta, ingenua, yo espero sentada su respuesta)
-Pues teniendo en cuenta que el bebé debe pesar unos 300 gramos... El resto...
-Oh.
-En fin, tampoco es tanto, pero ten cuidado con la comida, ¿vale?

Mi gozo en un pozo, ¡si yo he llegado a pesar en mi vida normal 67 kg! Sobre todo en el momento álgido del verano, cuando lo tenía todo perdido y me ponía el límite de un helado... al día. Sí, al día, así de estricta era yo.

¿Dónde quedaron los comentarios de todo el mundo? "Chica, pues no se te nota nada"; "No has engordado nada"; "Estás igual". Y mis respuestas: "Pues me sigo poniendo mi ropa"; "Como yo no he sido nunca de vestir ceñida..."; "Los pantalones me han empezado a molestar un poco, pero solo cuando me siento". Todo eso... todo eso quedó atrás. En mi afán de no superar en kilos los meses de embarazo - y a pesar de los comentarios optimistas e indignados de la gran señora M. - me he puesto un plan estricto de caprichos: EL DÍA DEL DULCE.

Solo días alternos podré permitirme un capricho dulce, tradúzcase eso en un bol con helado (preparado con amor y tiento de no pasarme); unas cuantas onzas de chocolate (en cualquier caso, no más de cuatro, y de las de Nestlé, que cada vez son más pequeñas); un dulce (bollería industrial, vamos, ahí espera una bolsita de Minibollycaos a ser estrenada mañana, próximo DÍA DEL DULCE); un postre de fresas con leche condensada (más bien, en mi caso, leche condensada con fresas, jejeje)... Y todo ello, opcional, es decir, nunca sumar más de un capricho al día. Los fines de semana soy más flexible, por aquello de que se queda más con los amigos y con la familia y tomar café y pastel es un deporte muy extendido.

Por supuesto, no he contemplado no tener caprichos, ya me los permitía antes, ¿cómo voy a obviarlos ahora? Mi vida se divide ahora en DÍA DEL DULCE y día normal y DÍA DEL DULCE y día normal... ¿Podré aguantarlo mucho tiempo? Acabo de empezar, ya os contaré cómo me va.

lunes, 14 de febrero de 2011

El tiempo pasa... ¡y yo con estos pelos!

¿No tenéis la sensación a veces de que el tiempo pasa tan rápido que no os da tiempo a preparos? Os coge desprevenidos, sin avisar, como si te abren la puerta del baño.

¡Ay! El paso del tiempo me provoca sufrimiento - qué dramatismo, pero es así -. Mejor no pensarlo demasiado, sino mi naturaleza obsesiva podría llevarme directamente al psicólogo. A veces pienso en el futuro: yo, con cincuenta; yo, con sesenta; ¡yo, con setetenta! Y es imposible que las cosas sean como lo son ahora y mi mente entra en bucle, ¿y si hubiera una máquina, un artefacto, una poción, que te permitiese retroceder hasta un tiempo concreto? No tiene por qué ser un instante, basta con que te deje apearte en cualquier momento de una etapa larga de tu vida.

De repente, comienzo a verlo claro en la mente: "si pasara, haría esto y, a continuación, lo otro; y luego...". Luego me doy cuenta de que el archivo que tengo entre manos debo entregarlo en media hora y que más vale que me dé prisa en terminarlo.

De todas formas, ese sueño continuará desarrollándose en mi imaginación y por un instante seré hasta feliz con el resultado.

¿Cuál es el problema de esto? Que no terminas de disfrutar lo que tienes en el presente. Y quizás precisamente por eso necesites ese artefacto, para poder hacerlo un poco más tarde.

¡Ay, el paso del tiempo! No tiene consideración ninguna. Ni un pelín de respeto ni de sentimiento. Quizás sea la única cosa que, a las duras y a las maduras, se mantiene intacto, impasible.

Ahí está, el paso del tiempo... ¡y yo con estos pelos!

sábado, 12 de febrero de 2011

De ¿gripes? y edificios inteligentes

Mucho zumo de naranja, mucha fruta (arghhhh), mucha verdura (aaaaarghhhh)... Hasta ahora he pasado de puntillas al lado de la gripe y parece que los virus no se han dado cuenta de esto, a pesar de tener a mi lado a un ser griposo, el señor M.

¿Es gripe lo que tiene o es algún tipo de convalecencia mucofebril y de tos crónica? Lleva así dos meses. La primera vez que fuimos a urgencias (del ambulatorio, claro, no hemos estado tan enfermitos, gracias a todo, como para ir al hospital), le dijeron que era un cuadro gripal. Cuando le comentamos que yo estaba embarazada, la doctora me miró y me dijo: "Qué le vamos a hacer: airea mucho las habitaciones, toma mucho zumito y que Dios nos coja confesados", todo ello acompañado de un gesto de conformismo que tampoco era necesario.

La segunda vez que ha ido a las urgencias un mes después (también del ambulatorio), le han dicho que por lo menos la congestión y los mocos no le han llegado a los bronquios. Y en esas estamos ahora: con un sol radiante en la calle que nos invita a salir en mangas cortas..., un señor M. convaleciente que tose como si se fuera a desarmar en cualquier momento, y yo tomando zumito de naranja como una posesa como único tratamiento natural para prevenir la catástrofe.

Estoy segura de que no es gripe, estoy segura que todo esto está causado por la calefacción de su despacho; al igual que estoy segura de que no es sano que el edificio inteligente en el que yo trabajo sea capaz de decidir qué temperatura es la adecuada para cada día del año y que, como consecuencia, podamos ir en chanclas y tirantas en invierno y en botines y rebecón en verano. Me rebelo contra los edificios inteligentes, contra el abuso de las calefacciones en los despachos y contra el cambio de hora (como decía Eva Hache en su monólogo del último domingo).

Chaoo!!

domingo, 6 de febrero de 2011

Incoherencias matemáticas

Hoy quiero hablar de incoherencias matemáticas, en parte porque es un día especial, los miércoles, ya veréis luego por qué, y en parte porque me viene mucho al hilo. Y ya se sabe, un punto lo tienes ganado cuando traes muy convenientemente los temas, te hacen ser como ingeniosa (cuando a lo mejor, y en mi caso con total seguridad, he tardado mucho en encontrar la fórmula perfecta).

Incoherencia matemática era, por ejemplo, aquella canción de "Uno más uno son siete". Incoherencia con la que imagino una conversación padre hijo:

-Papá, ¿uno más uno no eran dos?
-Ajá, hijo mío.
-Entonces, ¿esta canción? ¿Ahora ya son siete?
-No, hijo mío, tú eches cuenta y préstale atención a tu profesora a la hora de sumar, restar, dividir y multiplicar, ¿de acuerdo? - Mientras, el padre piensa "cómo podría explicarle aquello de las licencias artísticas, malditas licencias artísticas...", demasiado complicado.

Incoherencia matemática es la frase hecha "No le busques tres pies al gato". ¿Qué pies? ¿Qué tres? ¿Qué gato? También es una incoherencia lingüística, claro, y la explicación al niño sería aún más farragosa. Dejémosela entonces a la profe de lengua.

Incoherencia matemática es cuando mi madre me da un tupper diciéndome que hay para dos platos... y hay para un plato y medio... Ella me dice que es porque mis platos son más grandes, pero yo finalmente haciendo de esposa sacrificada le digo al señor M.: "Es que yo no tengo mucha hambre hoy". Es la frase de mi madre, supongo que es la frase de todas las esposas, jejeje.

Pero la mayor incoherencia matemática que estoy viviendo en mi vida hoy en día es que yo soy dos. Sí, sí... Tras toda esta larga introducción, tengo que decir que no era más que una excusa para decir que... ¡estoy embarazada! Con lo que, "una somos dos".

Quizás esta haya sido la razón real de relanzarme en la carrera bloguera, quizás sea un mal momento - por aquello de que "en breve" no voy a tener tiempo ni de mirarme al espejo -, pero bueno. Aquí estoy y así son las cosas. Los miércoles cumplo semanas y ya van 19 (en idioma de la calle, casi de cinco meses) y ún no me lo llego a creer, aunque más me vale que lo vaya haciendo, ¿a qué voy a esperar? ¿A tener aquí el "momento"?

Bueno, pues sí, las incoherencias matemáticas existen: uno más uno pueden ser siete, claro que sí (vi demasiadas temporadas de esta serie que duró demasiadas temporadas); los gatos tienen tres pies a veces; los lunes no tengo diez dedos y una persona puede ser dos, claro que sí, ¡incluso tres o cuatro... o más! Pero yo soy dos, no más, gracias a Dios, jajaja.

Chaoo!!

sábado, 5 de febrero de 2011

Cocina en directo...

Domingo, día de la cocina en casa. Ahora estáis asistiendo no con un café, casi pega más una cervecita - también las tengo fresquitas -, a una sesión culinaria de lo más completa: práctica y sabrosa, sabrosa. (Creo que lo de "rico rico" ya lo decía alguien, ¿no?).

Platos a preparar: Albóndigas y Guiso de patatas con chocos.

Empiezo por las albóndigas, son las más trabajosas. Pero para ser sincera he ido bajando el nivel de exigencia: antes compraba yo la carne picada y hacía las bolas; ahora compro las bolas hechas, ¡¡en la carnicería, que no en un hipermercado!! Me da más confianza. También podría comprar el sofrito hecho, que he visto un anuncio en televisión muy seductor, pero la verdad, sigo prefiriendo cortar yo el ajo, la cebolla, el tomate y el pimiento. Qué sería de mí sin ese olor característico en las manos durante todo el día del domingo.

He probado muchas cosas, muchos trucos que pasan de amiga a amiga, de madre a hija, de hermana a hermana... Ninguno funciona, al final el olor no se va hasta el lunes por la tarde, las 24 horas no te las quita nadie. Me he lavado las manos frotando con un estropajo y se me quedaron peor que antes; las he enjuagado solamente, sin secar y nada; he utilizado cantidades ingentes de jabón de manos y de lavavajillas... Nada, es como la incubación de un virus.

Bueno, tras esta diatriba del olor a sofrito en las manos, continúo. Como tengo estropeada la tapa de la olla rápida hace meses, tengo que mantenerlas en el fuego durante minutos. Así que mientras, cortaré las patatas para el guiso y limpiaré el choco. Espero que no me cueste mucho tiempo.

Hoy para almorzar, revuelto congelado del Mercadona, que con la salsa de yogur está riquísimo.

Chao!!

domingo, 30 de enero de 2011

Mi casa tiene goteras

Así, con una taza de café por delante, se puede pensar mejor en cómo arreglar las goteras de casa. Esta primera entrada es una invitación a que os toméis ese café conmigo. También es una declaración de intenciones, voy a intentar que este blog tenga más vida que el anterior. A ver si las ganas no me flaquean a medio camino, que me conozco demasiado...

¿Por qué un blog nuevo? ¿Por qué un nombre nuevo? Supongo que porque a todos nos seduce la idea de lo nuevo para comenzar una nueva etapa. Es como comprarte unos pantalones nuevos o estrenar casa o ¡trabajo nuevo! Es como... si alrededor hubiera construido una nueva habitación, con paredes nuevas, pintura nueva y pósters nuevos. Y como esta habitación no tiene hipoteca, ¿por qué no?

Eso sí, espero conservar a mis cibercompañeras anteriores y aumentar ese número, espero volver a ilusionarme con cada comentario y espero participar más en todo. Demasiadas tareas, pero ¿quién dijo miedo?

Lo dicho, os invito a acompañarme y a tomaros ese café.

Mientras, veréis cómo voy amueblando esta nueva sala ¡a la que espero arreglar esas goteras en breve!

Besos!!